Esto es un sótano, un sótano casi vacío, un sótano que estuvo lleno cuando los frigoríficos no habían llegado a las tiendas de pueblo. Como un misterioso artista, humedad, soledad y penumbra se aliaron para dejarnos esta obra de arte efímero, basta un pisotón al bajar el último peldaño para hacerla desaparecer.
Y una silla, no sé cuanto tiempo lleva ahí ¿esperando que alguien se siente a recordar? Cada vez que bajo al sótano de la casa de mis padres un repentino flackback me sacude.
Y una silla, no sé cuanto tiempo lleva ahí ¿esperando que alguien se siente a recordar? Cada vez que bajo al sótano de la casa de mis padres un repentino flackback me sacude.
Estaría bien sentarse alguna vez en esa silla, que no es una silla de pensar como llaman moderna y eufemísticamente al rincón de los niños de ahora cuando la lían, mala cosa asociar pensamiento y castigo) sino silla de recordar, recordar ese tiempo del que venimos, en el que crecimos y donde encontrar alguna clave de lo que ahora somos, ventilar esos sótanos de la memoria y seguir adelante con más ligereza y alegría.
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